Todos somos un aprendíz de voyeur, explorando en el arte de observar… Ahora mismo, acabas de llegar a éste espacio de reflexión, impulsado por tu necesidad de observar, desde tu intimidad… la red, ese infinito ente… alimento y perdición de voyeurs… A partir de ahora, aquí dotaré de vuestra dosis de sensaciones…
En nuestro primer acto de voyeaur de cada mañana, somos descubiertos. Amanecemos, buscamos al otro… lo encontramos reflejado, y un poco más deteriorado… Nos miramos a los ojos, y lo arreglamos un poco mientras él realiza el mismo acto con nosotros…
Las urbes son prolíficas para entregarnos sin ser reconocidos, ésta es una de mis vocaciones. De hecho considero que se trata de un proceso psicológico de cierto carácter equilibrador. Desde la posibilidad de vivir sin ser reconocido, inmerso en una marea de desconocidos que protegen su intimidad y conviven, observando, aprendiendo… la experiencia adquirida de la experiencia de observar la experiencia del otro… Realidades reproducidas, multiplicadas…
¿ Y si en alguno de esos instantes ? Nos encontrásemos con alguien que juraríamos que somos ¿¡nosotros!? ¿ Quién no ha soñado despierto? jugado con su consciencia, ensoñando sobre la posibilidad de observarnos, en algún instante de nuestra cotidianeidad… y nos pudiésemos observar, sin ser descubiertos… Con el fin de analizar desde la oportuna distancia, a nuestro (otro) yo... Observarnos, en su realidad, o en la mia…
Pero la realidad de esa irrealidad, será que nos encontraremos con nuestro yo de ayer o bien el de mañana… el primero nos reportará lo ya sabido, pudiendo analizar errores para corregirlos… ¿ y el de mañana ?… tal vez hace tiempo que nos esté observando…
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